El Mito de los Millones de Lectores Potenciales en la Era de Internet
Se ha establecido en el imaginario colectivo la idea de que la llegada de Internet ha transformado el panorama editorial, otorgando a los escritores la posibilidad de llegar a millones de lectores con solo un clic. Sin embargo, esta idea, aunque atractiva, está lejos de ser cierta. Si bien Internet ha facilitado la publicación y distribución de libros y contenido literario, la realidad es que el público objetivo de un escritor sigue siendo mucho más reducido, y está condicionado por una serie de factores que limitan el alcance real de su obra. A continuación, intentaré desmentir el aserto de que «gracias a Internet, un escritor tiene a millones de lectores potenciales», y analizaré las razones detrás de esta falacia, aunque reconozco como cierto que Internet permite que cualquier persona en cualquier lugar del mundo acceda a una obra literaria con relativa facilidad. Sin embargo, esta accesibilidad no garantiza que un libro llegue a manos del lector «adecuado», porque en primer lugar, el hecho de que millones de personas estén conectadas a Internet no implica que todas ellas tengan interés en la literatura en general o en el género particular que un autor escriba. Al contrario, la sobrecarga de oferta puede hacer que la obra de un escritor pase desapercibida entre las opciones disponibles.
Géneros literarios: Un nicho específico
Uno de los aspectos que desmienten la idea de que un escritor tiene «millones de lectores potenciales» es la naturaleza de los géneros literarios, los cuales segmentan y limitan la audiencia de un autor. No todos los géneros literarios atraen a todas las personas, y dentro de cada género, existen nichos y subnichos que filtran aún más el perfil de los lectores.
El nicho literario: Un mundo de especialización
Cada género literario está construido sobre bases que atraen a un tipo específico de lector. Por ejemplo, el público de las novelas románticas no suele coincidir con el de la ciencia ficción, y los lectores de fantasía épica probablemente no estén interesados en ensayos filosóficos o literatura de autoayuda. Este fenómeno crea lo que se conoce como un nicho de mercado, que delimita el perfil del público al que puede llegar una obra. Veamos algunos ejemplos de nichos literarios, siempre desde mi punto de vista, claro:
Novela romántica: Suelen leerla principalmente mujeres, aunque hay excepciones, y muchas veces se encuentra segmentada aún más en subgéneros como el romance contemporáneo, el romance histórico, o el romance paranormal. Cada subgénero atrae a un tipo distinto de lector con expectativas muy específicas.
Fantasía y ciencia ficción: Estos géneros también se dividen en subgéneros, como la fantasía épica, el cyberpunk, o el hard sci-fi, que no necesariamente atraen a la misma audiencia, pues algunos lectores de ciencia ficción prefieren tramas centradas en la tecnología y la ciencia, mientras que otros buscan historias más filosóficas o distópicas.
Novela negra y thrillers: Este es otro gran género que, aunque pueda atraer a una audiencia generalizada, cuenta con subnichos específicos. Por ejemplo, los lectores de thrillers psicológicos pueden no estar interesados en los misterios más tradicionales de detectives o en los policiales de corte más duro.
Esto nos lleva, para no extenderme más, a la importancia de las preferencias personales y al problema de la sobreestimación del público potencial en Internet, que radica en que estas segmentaciones limitan considerablemente la cantidad de lectores que estarán interesados en una obra específica. Aunque la obra esté accesible en línea para millones de personas, solo una fracción de esa audiencia tendrá interés en el género o subgénero que ofrece el escritor o escritora. Esta segmentación natural de los lectores por género hace que, aunque un libro esté disponible para cualquiera, en realidad solo llegará a aquellos que busquen específicamente ese tipo de contenido. Voy a intentar exponer algunos casos prácticos:
Ficción histórica: Un escritor que publique novelas ambientadas en la Roma Antigua solo atraerá a un grupo de lectores apasionados por esa época. Este grupo no solo es más reducido que el de la ficción general, sino que además podría tener expectativas muy particulares en cuanto a la precisión histórica y el realismo, lo que a su vez segmenta aún más la audiencia.
Poesía: La poesía acaso sea el nicho más especializado. Un poeta contemporáneo podría ver su base de lectores limitada por su estilo, tema o incluso forma poética. Si escribe poesía de vanguardia o experimental, atraerá un nicho mucho más pequeño que un poeta que se incline por formas más tradicionales o accesibles como el verso libre. Esto nos lleva a analizar la audiencia más allá de los números:
Factores culturales y de gusto
Más allá de la división por géneros, existe una variabilidad que depende de factores culturales, sociales y hasta geográficos. Aun dentro de un género popular, como la novela de fantasía o el thriller, el gusto literario varía significativamente entre países y regiones. Lo que es considerado un éxito comercial en Estados Unidos, por ejemplo, puede no despertar el mismo interés en Europa o Hispanoamérica debido a diferencias culturales, de contexto y preferencias de estilo. Así, por ejemplo, la novela de fantasía tiende a ser muy popular en mercados anglosajones, donde autores como J.R.R. Tolkien y George R.R. Martin han marcado tendencia. Sin embargo, en muchos países de habla hispana, las novelas realistas o con carga política y social suelen atraer a un público más amplio, debido a la tradición literaria que existe en esos territorios. Esto significa que un autor que escribe fantasía en español, a pesar de tener acceso a millones de lectores en el mundo hispanohablante, encontrará una base de lectores potenciales mucho más reducida que uno que escriba en inglés o que aborde temas más «universales».
Los subgéneros: Una nueva capa de especificidad
Además del género principal, los subgéneros añaden una nueva capa de especialización que reduce aún más el público objetivo. Incluso dentro de géneros más amplios como la ciencia ficción, novela histórica o de fantasía, los subgéneros delimitan aún más los intereses del lector. Por ejemplo, y perdón por repetirme, en la ciencia ficción, algunos lectores prefieren obras con un fuerte componente científico y tecnológico (hard sci-fi), mientras que otros prefieren historias más orientadas a la aventura o al futuro distópico (soft sci-fi). Cada subgénero crea barreras que limitan el acceso a audiencias más amplias, porque los intereses de los lectores varían enormemente dentro de un mismo campo, y esto es aplicable a prácticamente todos los géneros. Dentro de la novela de terror, por ejemplo, existen obras para todos los gustos. Para ejemplarizar lo que pretendo reseñar dejo un listado de subgéneros de narrativa de terror:
Terror psicológico: Se enfoca en el miedo generado por la mente y las emociones.
Horror gótico: Combina elementos sobrenaturales con una atmósfera oscura y melancólica. Castillos antiguos, maldiciones familiares y fantasmas suelen ser comunes.
Horror cósmico: Popularizado por H.P. Lovecraft, explora la insignificancia de la humanidad frente a entidades cósmicas o incomprensibles.
Terror sobrenatural: En este subgénero, el miedo proviene de lo sobrenatural, como fantasmas, demonios o criaturas míticas.
Terror corporal: Se enfoca en la transformación física y la distorsión del cuerpo humano, explorando el miedo a la mutación, la enfermedad o la pérdida del control sobre el propio cuerpo.
Horror apocalíptico: Presenta escenarios donde el fin del mundo o la humanidad está cerca, generalmente a causa de catástrofes sobrenaturales, zombis o invasiones alienígenas.
Terror folk: Se inspira en mitologías, leyendas o creencias populares de diversas culturas, explorando lo inquietante o macabro dentro de estos contextos.
Terror vampírico: Centrado en vampiros como entidades principales, explora el miedo a la muerte, la inmortalidad y la sed de sangre.
Horror tecnológico: Explora el miedo a las máquinas, la inteligencia artificial, o las consecuencias no deseadas de avances tecnológicos fuera de control.
Como se puede comprobar, estos subgéneros pueden ser objeto de su propio nicho, de manera que, no necesariamente un lector o lectora apasionado/a de uno de ellos se muestre interesado en los otros.
Y ahora hablemos de un punto crucial para entender las limitaciones para llegar a esos miles de millones de lectores potenciales: La Barrera del Idioma y la Cultura
Este es uno de los factores que más limitan el alcance de un escritor, incluso en la era digital. Aunque Internet ofrece acceso global, y en esto también me repito, eso no significa que se pueda llegar fácilmente a millones de lectores alrededor del mundo. De hecho, el idioma en el que escribe y las referencias culturales que se utilizan pueden reducir la base de lectores potenciales. Veamos, pues, cómo el idioma y la cultura pueden actuar como filtros que impidan que una obra llegue a un público masivo, y por qué es esencial tener en cuenta estas barreras al analizar el alcance de un escritor en el entorno digital.
El idioma como filtro natural
El idioma en el que una obra está escrita es, probablemente, el filtro más inmediato y evidente. La mayoría de los autores escribe en su lengua materna, lo que significa que su base de lectores está restringida a las personas que hablan y leen ese idioma en particular. Si bien el inglés es considerado un idioma «global» por su uso extendido en el mundo, solo el 18’75% de la población mundial es angloparlante, y menos aún lo hablan como primer idioma (podéis consultar la fuente en este artículo). Esto significa que, incluso para los escritores que publican en inglés, su obra no tiene un alcance universal; en el mejor de los casos, pueden acceder a una porción significativa del mercado, pero está lejos de ser una audiencia global. Para los escritores que publican en otros idiomas, las barreras son aún más restrictivas. Por ejemplo, un autor que escribe en español tiene una base potencial de alrededor de 500 millones de hablantes, una cifra considerable, pero aún limitada si se compara con la población global. Además, no todos de esos 500 millones son lectores habituales, lo que reduce aún más el número real de personas a las que podría llegar su obra –sí, vuelvo a repetir lo mismo, pero es para dejarlo claro–.
Incluso cuando Internet facilita la distribución de libros en formatos digitales, como podéis comprobar la barrera del idioma sigue siendo un obstáculo importante. Y otro obstáculo en paralelo al del idioma es el de las traducciones, que es un opción limitada y limitante.
La traducción de obras puede parecer una solución obvia para superar la barrera del idioma, pero en la práctica es complicado. Traducir un libro no solo es costoso, sino que también es un proceso delicado, ya que debe conservar el estilo y la esencia de la obra original, adaptándose al mismo tiempo a las características lingüísticas y culturales del «nuevo público». Esto es especialmente difícil para escritores independientes que carecen de los recursos para financiar traducciones de calidad. Además, incluso si un libro es traducido a varios idiomas, no hay garantía de que será bien recibido en otros mercados. Las diferencias culturales pueden hacer que una obra que es popular en un país no logre captar lectores en otro. Por ejemplo, un autor español que escribe una novela con referencias locales y un humor particular puede encontrar que su obra pierde impacto o es malinterpretada cuando se traduce al inglés o al francés. De esta manera, las traducciones, aunque útiles, no garantizan que un escritor logre superar la barrera del idioma y la cultura.
Y ahora vamos a prestar atención a o otra pata de banco que limita el acceso a esa universalidad de lectores objetivos: las diferencias culturales, que conforma un obstáculo menos visible pero igual de importante.
Las diferencias culturales pueden ser incluso un obstáculo más insidioso, ya que no siempre son evidentes hasta que una obra se enfrenta a un público internacional. Los libros, especialmente los de ficción, suelen estar impregnados de elementos culturales, como el contexto social, referencias históricas, costumbres, creencias y normas que varían de una región a otra. Aunque la globalización ha hecho que algunas referencias culturales se extiendan más allá de sus fronteras originales, la mayoría de las veces una obra está enraizada en el contexto cultural del autor. Por ejemplo, una novela ambientada en un pequeño pueblo en la España rural puede ser difícil de comprender para lectores de Japón, India o incluso Estados Unidos, quienes no tienen la misma familiaridad con el entorno y las costumbres retratadas. Las obras que dependen de una comprensión profunda del contexto cultural, pueden resultar incomprensibles o poco atractivas para un público internacional.
Veamos algunos ejemplos de diferencias culturales en la literatura:
Humor: El humor es uno de los aspectos más culturales de la literatura. Un escritor que utiliza humor irónico, sarcástico o satírico puede ver que sus bromas pierden efecto en otros países, donde las normas de lo que es gracioso son diferentes. Un claro ejemplo es el humor británico, que a menudo es incomprendido o no resulta tan divertido para audiencias fuera del Reino Unido, salvo que seas gallego/a, como es mi caso. Perdón por el chascarrillo.
Normas sociales y morales: Lo que es considerado aceptable en una cultura puede ser ofensivo o incomprensible en otra. Un escritor que trata temas como la sexualidad, la política o la religión de manera liberal en un país puede encontrar que su obra es rechazada o censurada en culturas más conservadoras. Este es un problema frecuente para escritores que intentan penetrar mercados con normas culturales muy distintas a las de su país de origen.
Esto nos lleva a hacernos la siguiente pregunta: Adaptación y universalidad: ¿Es posible llegar a todos?
Para algunos autores, la solución a estos problemas de barreras culturales e idiomáticas ha sido escribir historias más «universales», que no dependan demasiado del contexto local. Esto implica evitar referencias culturales muy específicas o temas polémicos que puedan alienar a ciertos lectores. Sin embargo, esta estrategia tiene sus límites. En muchos casos, las obras que intentan ser demasiado generales o universales pueden perder profundidad, lo que atenta contra su calidad literaria. Claro que hay géneros, como la ciencia ficción o la fantasía, cuyo terreno es fértil para este tipo de historias universales, ya que ambientan en mundos ficticios que no dependen de un contexto cultural específico.
Y, por último, hablemos de la cuarta pata del banco, el impacto en la promoción y distribución.
Las barreras del idioma y la cultura también afectan las estrategias de promoción y distribución de una obra. Un escritor que intenta llegar a lectores de otros países debe adaptar su estrategia para satisfacer las expectativas y comportamientos de esos mercados. Por ejemplo, las plataformas digitales como Amazon Kindle, Apple Books o Google Play Books pueden tener diferentes grados de popularidad según el país. Además, las campañas de marketing y promoción deben tener en cuenta las idiosincrasias locales, algo que no todos los autores están capacitados para hacer. Esto se aprecia perfectamente cuando intentamos conectar desde España con lectores de algunos países hispanoamericanos, donde Amazon o no llega, o lo hace en precario.
En resumen, para no daros más la chapa, aunque la tecnología facilita la difusión de libros en todo el mundo, las barreras del idioma y la cultura, o el género literario que se practica siguen siendo limitantes. Los escritores no pueden asumir que simplemente porque su libro está disponible en línea, será leído por millones de personas de diferentes países. Superar estas barreras requiere una combinación de estrategias, desde traducciones de calidad hasta el conocimiento de las diferencias culturales que podrían afectar la recepción de la obra.
NOTA FINAL
Soy consciente del hecho de que cada día hay menos personas interesadas en leer este u otro tipo de artículos. Por eso lo trasladaré a mi podcast Hablando de Literatura, como un episodio donde añadiré más contenido que el aquí expuesto. Tanto Hablando de Literatura, como mis otros podcast, podéis encontrarlos yendo a la sección de Podcast de mi página web. Gracias.
©Gallego Rey