“En la crítica seré valiente, severo y absolutamente justo
con amigos y enemigos. Nada cambiará este propósito.”Edgar Allan Poe
El acceso a Internet en general, y a las redes sociales en particular, ha transformado la forma en que nos relacionamos con los demás. Esto no es ninguna novedad ni merece demasiado debate. Lo que sí exige atención es la normalización del uso de estas herramientas para causar daño a terceros. Hoy, somos en gran medida lo que proyectamos en el universo digital, y no cabe duda de que ganarse una buena reputación es clave para ser aceptados. El problema es que esa aceptación no depende enteramente de nosotros. Podemos mantener un perfil bajo, no meternos con nadie, y aun así estar expuestos a la furia irracional de cualquier Ciberacosador, como si la visibilidad en la red llevara implícito el derecho ajeno a juzgar, señalar y etiquetar, aunque uno no haya pedido formar parte del espectáculo.
Esto, además de resultar molesto, puede minar nuestra confianza y deteriorar las ganas de exponernos públicamente si ocurre con cierta frecuencia. Evidentemente, cuanto más utilizamos las redes sociales, más probabilidades tenemos de toparnos con la desagradable sorpresa de que alguien decida cebarse con nosotros. Pero como es algo con lo que tarde o temprano tendremos que lidiar —salvo que renunciemos del todo a su uso—, lo más sensato es aprender a no malgastar tiempo ni energía con quienes hacen del odio su forma de estar en el mundo. Claro que decirlo es más fácil que hacerlo. Tampoco se trata de silenciar o bloquear a toda persona que nos parezca un troll, porque ahí corremos el riesgo de confundir la crítica legítima con el ataque gratuito. Por eso conviene familiarizarnos con los fundamentos de una buena crítica, para saber distinguir entre quien opina con argumentos y quien simplemente viene a esparcir mierda.
Fundamentos éticos para construir buenas críticas y evitar caer en el linchamiento
Estructurar una crítica de manera ética implica asumir principios fundamentales que garanticen el respeto, la justicia y la integridad, tanto hacia quien la recibe como hacia uno mismo. A continuación, detallo algunas claves para que nuestras críticas no se conviertan en linchamientos encubiertos:
1. Respeto y dignidad
Toda crítica debe preservar la dignidad de la persona a la que va dirigida. Esto implica utilizar un lenguaje respetuoso, sin deshumanizar ni recurrir a términos ofensivos o despectivos. Este principio se aplica tanto a personas físicas como a entidades o colectivos.
2. Justicia y equidad
La crítica debe sustentarse en hechos verificables, no en prejuicios, suposiciones o rumores. Ser justos implica aplicar los mismos criterios a situaciones similares, sin favoritismos, sin dobles raseros, y con un mínimo de honestidad intelectual.
3. Integridad y honestidad
Es fundamental ser transparente con las intenciones detrás de una crítica. Criticar desde la sombra, con motivaciones ocultas o resentimientos disfrazados, la invalida de raíz.
4. Empatía y comprensión
Antes de emitir un juicio, conviene hacer el esfuerzo de comprender el contexto y las circunstancias que pudieron influir en lo que criticamos. No se trata de justificar todo, sino de no olvidar que detrás de cada acción hay una historia.
5. Enfoque constructivo
Una crítica que no ofrece alternativas ni sugiere mejoras es solo una forma sofisticada de ataque. Toda observación útil debería ir acompañada de una propuesta, una idea o al menos una intención de aportar algo más que ruido.
6. Discreción y privacidad
No todo se debe exponer públicamente. Cuando sea posible, conviene optar por entornos privados para expresar ciertas críticas, evitando humillar o convertir el señalamiento en espectáculo. Saber cuándo y cómo decir las cosas también es parte de la ética.
7. Responsabilidad y autocrítica
Antes de criticar, uno debería cuestionarse sus propias motivaciones y sesgos. Estar dispuesto a revisar lo dicho si alguien aporta una perspectiva válida también forma parte del compromiso con la ética y no con el ego.
«Si nos planteamos la pregunta: ¿soy o no responsable de mis actos?, eso significa que lo somos».
Fiódor Dostoyevski
Apuntes sobre el linchamiento mediático
Frente a la crítica fundamentada en principios éticos, a continuación presento lo que considero las características del linchamiento mediático.
1 — Desproporcionalidad
Exageración y sensacionalismo: El linchamiento comienza al exagerar los hechos, presentando la información de forma sensacionalista para impactar emocionalmente a la audiencia.
Magnitud desmedida: La atención y el tono negativo dirigidos al incidente o persona son excesivos y fuera de proporción.
2 — Falta de equilibrio e imparcialidad
Sesgo y parcialidad: Se omiten o minimizan las defensas o argumentos favorables, sin ofrecer una visión justa y completa.
Juicio prematuro: Se asume culpabilidad antes de una investigación adecuada o juicio formal, sin permitir espacio para la defensa.
3 — Violación de la privacidad
Invasión de la vida privada: Se divulgan detalles irrelevantes con el fin de humillar o perjudicar a la persona o entidad.
Difusión de información confidencial: Se publica información privada sin consentimiento.
4 — Desinformación y manipulación
Propagación de rumores: Se difunden acusaciones sin verificar, incluyendo noticias falsas o tergiversadas.
Manipulación de datos: Se seleccionan hechos para favorecer una narrativa negativa, aunque no esté justificada.
5 — Presión y coerción social
Estigmatización: Se genera una percepción negativa que afecta la vida personal y profesional de la persona o entidad.
Campañas de hostigamiento: Se fomenta o alienta a terceros a acosar o boicotear a la víctima.
Nota final y conclusión
Como he señalado antes, ninguno está a salvo de convertirse en víctima de un linchamiento. Cuando menos lo esperas, sin motivo aparente, alguien puede someterte a un mal trago que siempre resulta difícil de sobrellevar. Y estos momentos se agravan en la medida en que más personas se suman a esa «fiesta» .
Por eso es necesario que todos asumamos códigos éticos que nos frenen, ya sea la lengua o los dedos en el teclado, antes de iniciar o sumarnos a un linchamiento. Esta publicación nace a raíz de un caso más, uno entre tantos que me ha tocado vivir: una persona que, sin más pruebas que su palabra, acusó a una empresa de estafadora por no ofrecer unos servicios que aseguraba haber contratado. El problema comenzó cuando, ante preguntas de terceros, no supo detallar qué servicios eran ni pudo demostrar que existiera contrato alguno. A partir de ahí se desató el linchamiento hacia esa empresa, con una multitud que, sin pruebas ni argumentos verosímiles, echó más leña al fuego. Y, como suele ocurrir, quienes intentamos aportar un poco de juicio fuimos también atacados. Uno ya tiene el culo pelado, pero no por ello deja de resultar molesto verse envuelto, aunque solo sea a título de espectador, en este triste espectáculo.
Espero que esta entrada sirva como pequeña guía para quienes la lean y que muestre a quienes creen que todo vale que no es así; que lo que lanzamos al universo, tarde o temprano, regresa con justa reciprocidad.
© Gallego Rey