Que el mundillo literario que orbita alrededor de Amazon y los grupos literarios en redes sociales es un estercolero, no lo puede ocultar nadie. Y todas las iniciativas para dotarlo de gloria han fracasado, porque es imposible ocultar la luz del sol con un dedo.
Esta es una de esas ocasiones en las que reseñar libros —aunque solo sea de vez en cuando— me parece un ajuste de cuentas. Me explico: reseñar libros, para mí, es un acto de rebeldía frente al ejército de inútiles ilustrados que se pasan la vida publicando reseñas como si fueran churros, sin tener en cuenta que cada una de ellas debería surgir de un tiempo de análisis y reflexión sobre la obra reseñada.
Si lo que se busca es algo más que anunciar al mundo que se ha leído este o aquel libro y dar una opinión superficial, entonces conviene recordar que, desaparecida —o casi desaparecida— la crítica literaria, la reseña ha ocupado su lugar de forma miserable, confundiendo una cosa con la otra.
Así que, llegado a este punto, me importa poco que se ofenda la marabunta de autoproclamados expertos en literatura porque los considere necios. Llevo más de una década aguantando impertinencias, groserías, faltas de respeto e incluso intentos de intimidación por expresar mis opiniones, como para no tener ya el culo pelado. Y, además, sé que la razón está de mi parte. Dicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar. Pero hay quienes ni siquiera aparecen para reconocer que estaban equivocados.
Y esto tampoco me sorprende. Pero ya es hora de que, al menos testimonialmente, se traguen un poquito de toda la inmundicia que han sembrado. No me sorprende que la novela Proyecto Plas (puede encontrarla aquí) escueza tanto a toda la cohorte de juntaletras semianalfabetos, cuyo único mérito, si es que se les puede atribuir mérito alguno, es escribir bobadas que elevan a categoría de literatura. Y no es que me moleste que escriban, porque siempre ha habido de todo en el mundillo literario, sino precisamente esa presunción de presentar lo que escriben como oro, cuando solo es oropel.
Que el mundillo literario que orbita alrededor de Amazon y los grupos literarios en redes sociales es un estercolero, no lo puede ocultar nadie. Y todas las iniciativas para dotarlo de gloria han fracasado, porque es imposible ocultar la luz del sol con un dedo.
Vergüenza debería darles a tantas personas presentarse en público como escritores o escritoras, o, incluso peor, como booktubers, bookstagramers y etiquetas similares. A nadie le importa la opinión de esa gente, salvo a quienes comparten su misma condición y se revuelcan en el mismo lodazal intelectual.
Por eso celebro tanto la publicación de la novela Proyecto Plas, en la que se narra y disecciona con precisión quirúrgica cómo funciona ese infecto, pútrido e impostado mundillo. Hoy, llamarse escritor independiente es sinónimo de ostentar una imbecilidad a prueba de bombas.
Escucha la presentación de la novela Proyecto Plas en mi Podcast Hablando de Literatura
©Gallego Rey