terror psicológico

La Tumba

«Me gustaría decir unas últimas palabras. El lugar donde voy a morir no es feo del todo. Creo que ya no tiene sentido seguir cavando…»

Cavo. Me limito a cavar. Me duelen las manos, el cuerpo y la cabeza. La tierra está dura y no es fácil arrebatarle lo suyo. Sé que cuando lo crean conveniente, cuando quepa dentro de la tumba que estoy cavando, me pegarán un tiro y enterrarán en ella. 

Me gustaría poder cavar más lentamente, fumar un cigarrillo y contemplar el cielo cubierto de nubes, pero no me dejan desviarme del objetivo de cavar. Quizás debería negarme a seguir cavando, y al menos así obligarlos a manchar los uniformes y las manos haciéndoles terminar el trabajo, pero siempre he sido un hombre inclinado a la cobardía. 

Ellos son tres y están bien armados. Yo estoy solo y ni siquiera sabría usar la pala de otro modo que para cavar. Quizás otro hombre, con más vigor y apego a la vida lo intentase y consiguiese al menos llevarse por delante a uno de ellos. No los conozco. Ellos a mí, tampoco. Supongo que la guerra consiste en estas cosas; que unos caven sus propias tumbas y otros se encarguen de que ninguna quede vacía. Yo no he matado a nadie, sin embargo. Yo solo he enseñado a leer y a escribir. La tumba, o sea, mi tumba, ya tiene forma de tumba. Quepo dentro. Me gustaría fumar un cigarrillo y mirar al cielo cubierto de nubes. Me gustaría decir unas últimas palabras. El lugar donde voy a morir no es feo del todo. Creo que ya no tiene sentido seguir cavando…

©Gallego Rey

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