Un libro abierto, símbolo de la escritura mística, donde las palabras se desdibujan entre las sombras de lo esotérico y lo incomprensible.

La farsa de la escritura mística

Hay quien escribe pensando que al hacerlo se eleva moral e intelectualmente por encima del resto. Se creen tocados por un don, por una sensibilidad superior, por un lenguaje que solo ellos pueden interpretar. Como si escribir fuera un rito de paso y no un oficio como cualquier otro, con sus herramientas, sus errores, su constante aprendizaje y dosis de humildad. Humildad que, por cierto, muchos evitan con esmero.

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