Pussy Lánime y el experimento literario que reprograma la autopublicación: Proyecto PLAS
Muchos se enorgullecen de ver su nombre en la portada de un libro. De ver su foto con una pose interesante en la contraportada. De compartir su currículum vitae y sus aficiones, como si ser publicista, abogado o salir los domingos en bicicleta les hiciera ser mejores escritores. A mí ese tipo de actitudes me provocan alipori, algunas veces, hasta risa.
Proyecto PLAS no es solo una novela: es una denuncia disfrazada de ficción. Desde su publicación, ha provocado reacciones intensas, pero también un silencio delator, tan revelador como cualquier escándalo público. En un ecosistema literario donde el ruido suele ser sinónimo de éxito, el silencio, a veces, alza la voz. Como en aquel relato de Poe, hay corazones latiendo bajo las tablas, aunque nadie quiera escucharlos. Quien firma esta obra ha optado por el anonimato, una decisión comprensible dado lo que revela y a quién puede incomodar. Algunos detalles del texto sugieren que podría tratarse de una mujer, pero no hay confirmación, ni la habrá. Aquí no se trata de una identidad, sino de una voz. Y es esa voz la que hoy ha aceptado responder a algunas preguntas. Empezamos con la más obvia: ¿por qué el anonimato?
Pussy Lanime- Esta es una pregunta de fácil respuesta para mí y de difícil comprensión para algunos. Publicar un libro es una exposición pública, algo que me daba bastante respeto. Muchos se enorgullecen de ver su nombre en la portada de un libro. De ver su foto con una pose interesante en la contraportada. De compartir su currículum vitae y sus aficiones, como si ser publicista, abogado o salir los domingos en bicicleta les hiciera ser mejores escritores. A mí ese tipo de actitudes me provocan alipori, algunas veces, hasta risa. Tampoco entiendo a la gente que piensa que posee un intelecto superior por el simple hecho de autopublicar un libro. Mi caso es todo lo contrario. No me gusta aparecer en público, compartir mi vida privada o aparentar ser alguien especial por escribir una novela. Por eso me oculté bajo el paraguas del anonimato e inventé un nombre que sonara extranjero, con un juego de palabras. Pero no solo fue por timidez, también era consciente de que tratándose de un libro en el que se exponen y denuncian, a través de una sátira, prácticas poco éticas por parte de ciertas personas, era bastante arriesgado dar la cara. De hecho, el tiempo me ha dado la razón. Hice bien en guarnecerme bajo el seudónimo, ya que, algunos de los mafiosos que se vieron retratados en el libro llegaron a cometer delitos, por ejemplo, suplantando en redes sociales la identidad de una conocida escritora que pensaron que podía ser la autora de Proyecto PLAS. Como ves, no todo es pureza y bondad en el mundillo de los autopublicados, ni todos esos «compañeros» son seres de luz. Hay mucha maldad, envidia, mala leche en ciertas personas que se esconden tras una careta sonriente de buen rollo y simpatía. Entre ellos y sus hordas de seguidores fieles como fanáticos religiosos, la imagen de los autopublicados está en entredicho. Espero que comprendas el porqué del anonimato…
GR- Por supuesto que lo comprendo. De tu respuesta se desprende, como también al leer tu novela, un conocimiento profundo del mundillo de la autopublicación. Para cualquiera que te haya leído, incluso para quienes solo conocen el libro de oídas, resulta fácil pensar que Proyecto PLAS es fruto de un ajuste de cuentas con esas personas que describes, motivado por experiencias personales poco satisfactorias. ¿Qué te llevó realmente a escribir y publicar Proyecto PLAS?
Pussy Lanime-Los motivos para escribir la novela fueron varios, pero, sobre todo, denunciar algunas malas praxis, cada vez más extendidas y normalizadas dentro del mundillo de la autopublicación. La verdad, me lo pasé genial. Como lectora asidua, a través de una amiga, acabé siendo miembro de varios grupos de Facebook dedicados a las recomendaciones y reseñas de libros, fue en pleno COVID. Yo estaba acostumbrada a leer novelas de escritores y escritoras conocidos, famosos. No participaba de forma activa en los grupos, pero leía casi todas las publicaciones. En esos grupos comencé a ver reseñas y recomendaciones de libros de escritores independientes, gente desconocida que se lanzaba a publicar sus historias. Algunos libros tenían reseñas impresionantes, así que me decidí a comprar varios. Fue un desengaño en toda regla, con alguna excepción. Muchos de aquellos libros que recibían reseñas casi a diario, eran, bajo mi punto de vista, malos, muy malos. Y no hablo de gustos, hablo desde la objetividad: mal escritos, mal enfocados, mal corregidos, historias sin pies ni cabeza. No entendí por qué recibían tan buenas reseñas. Con el tiempo, hice varias amigas, gente con la que compartía gustos literarios y comenzamos a hablar de estos temas en privado. Con el tiempo conocimos los trapos sucios y las malas artes de algunos de aquellos autores «estrella». Me pareció sucio, indecente, deshonesto. Gente sin talento que vendía sus libros como auténticas obras de arte, la mayoría de ellos, engañando al público que mordía el anzuelo de reseñas fantásticas. Tomé nota de ciertas actitudes durante un par de años, comentando con mis amigas, entre risas, que algunas de aquellas fechorías eran carnaza para una novela. Y así, entre comentarios y carcajadas, un día comencé a escribir Proyecto PLAS. Dediqué una media de cuatro horas al día a dar forma a una novela que denunciara y visibilizara las tácticas mafiosas que había visto, desde un punto de vista satírico y divertido. ¿Ajuste de cuentas? No lo veo así. En Proyecto PLAS no se nombra a nadie real, son todo personajes inventados, pero más de uno se dio por aludido y se lanzó al ataque, quitándose la máscara y revelando su verdadera cara. De hecho, tengo guardadas todas las conversaciones de los mafiosos en el grupo de Telegram donde me infiltré. Intercambiaban reseñas de cinco estrellas como caramelos y tenían normas. Repugnante. Publicar Proyecto PLAS fue difícil, porque era consciente de la posible repercusión que podía tener. Por otro lado, pensé que sería divertido participar en el PLAS 2024 con un libro en el que se critica y cuestiona la rigurosidad, legalidad y honestidad de ciertos certámenes literarios. ¿Cómo es posible que un libro con párrafos copiados íntegramente de la Wikipedia, sin cambiar una sola coma, acabe siendo finalista? Me consta que se informó a los miembros del jurado, pero ninguno se molestó en comprobarlo. Misterios de la vida que seguramente, nunca serán desvelados…
¡Espero haber contestado a tu pregunta!
GR- Sin duda. Y volveremos más tarde a ese tema. Pero Proyecto PLAS no solo denuncia malas prácticas en el mundillo de la autopublicación; también aborda cuestiones sociales actuales, como la precariedad que sufren muchos jóvenes, sobre todo quienes han dedicado años a formarse universitariamente y acaban en trabajos que no valoran esa formación. De hecho, es lo que le ocurre a la protagonista. ¿Crees que esa situación influye en la desesperación de muchos para intentar triunfar como sea a través de la escritura y la autopublicación?
Pussy Lanime- En Proyecto PLAS quería explicar cómo se entra en el mundo de la autopublicación y pensé que sería buena idea que la protagonista fuera una mujer joven y con formación universitaria. Como dices, los trabajos a los que suelen acceder los jóvenes en este país no son acordes a su formación, y la frustración aparece. Muchos se preguntan por qué han invertido años en una carrera para acabar colocando ropa en una tienda o rellenando estanterías en un supermercado. Nekane, la protagonista de mi novela, es una chica con la carrera de periodismo que se decide a intentar la aventura de escribir tras escuchar una conversación en el trabajo. Hace un poco de investigación y la conclusión que saca es que cualquiera puede coger un ordenador, ponerse a teclear una historia y pasado un tiempo, autopublicarla. Lanzarla al universo autopublicado y esperar triunfar. Evidentemente, es ficción y ella consigue su sueño. Entre otras cosas, Nekane descubre que para lanzarse a publicar un libro no importan la formación, los conocimientos o el talento; sino que simplemente hay que echarle ganas y pensar que eres el nuevo Stephen King, J.K. Rowling o Agatha Christie. Sin ningún tipo de pudor. Puede más el ego que el sentido común. En la mayoría de los casos, los autopublicados piensan que son buenísimos, que sus obras son dignas de galardones. Pero bajo un punto de vista objetivo, y hablo desde mi propia experiencia como lectora, no creo que se salve ni un cinco por ciento de lo que se publica. Y que conste que no es una crítica, no estoy insinuando que la gente deba dejar de escribir, sino que debería ser consciente de la calidad real de lo que publica y de las expectativas que tienen de sus escritos. Dudo que haya nadie que coja un ordenador, se ponga a teclear como un poseso y piense que lo que salga de ahí le va a quitar de trabajar y asegurar unas ganancias que le permitan vivir de ello. Esos casos son excepcionales, si alguien analizara la estadística, apuesto a que hay una posibilidad entre cien millones, y posiblemente, me quede corta. Por eso, en mi libro, lanzo una pregunta: ¿Quién es escritor o escritora, el que escribe o el que vive de ello? Si juegas al tenis los miércoles con tu amiga, no eres jugadora de tenis. Si sales con la bici el domingo con la cuadrilla de amigos, eso no te convierte en ciclista. Si trasteas con el ordenador para ver el fútbol o las series gratis, ni eres informático, ni un hacker.
Hubo gente que se puso muy nerviosa. Y esos nervios se tradujeron en posts acusadores, criticando la novela y a sus posibles autores, en reseñas falsas con la menor puntuación posible para bajar la media del libro.
GR- Has mencionado que hubo reacciones intensas tras la publicación de Proyecto PLAS, incluso intentos de suplantación y respuestas airadas. Me imagino que no debe ser fácil lidiar con todo eso, sobre todo cuando una novela empieza a traspasar el terreno de la ficción y tocar nervios reales. ¿Cómo has vivido ese revuelo, tanto en lo emocional como en tu participación en espacios literarios? Al mismo tiempo, tu obra no solo es una historia, también es una crítica mordaz al propio sistema literario. Es, de alguna forma, una novela sobre novelas, sobre cómo se construyen, se venden y se canonizan. ¿Crees que el lector medio es consciente de todo ese entramado? ¿Hasta qué punto es cómplice —o víctima— del mismo juego?
Pussy Lanime- Era consciente de que mi libro iba a provocar un terremoto dentro de algunos grupos de Facebook, el terreno en el que se mueven los escritores que usan malas artes para destacar. No solo por parte de esos autores, sino también de la legión de sus lectores afines, esos que les alaban en público y hablan de sus libros como si fuesen merecedores de un Nobel. Hubo gente que se puso muy nerviosa. Y esos nervios se tradujeron en posts acusadores, criticando la novela y a sus posibles autores, en reseñas falsas con la menor puntuación posible para bajar la media del libro. No solo hablaron de una escritora, a la que suplantaron en redes sociales, también dirigieron su ira hacia un escritor autopublicado bastante conocido, al que insultaron. Fueron semanas duras, porque veía como acusaban a otra gente y no sabía cómo se lo iban a tomar. Me puse en contacto con la escritora a la que suplantaron y le dije que, si hacía falta, daba la cara. Me dijo que continuara bajo el paraguas del anonimato, que ella aguantaría el chaparrón. Y vaya si lo aguantó. Viví una montaña rusa de emociones. Frente a las reacciones adversas de aquel grupo de mafiosos y sus seguidores acérrimos, hubo muchos, muchísimos lectores y autores que me escribieron en privado, felicitándome, tanto por el libro, como por lo que había destapado. La palabra que más se repetía en aquellos mensajes fue valentía. Has leído el libro y posiblemente has visto un código QR al final. Es el enlace a una web donde fui publicando información relativa a lo que destapo en mi libro. Tuvo muchas visitas, apuesto a que muchas de ellas, porque provenían de las mismas IPs, eran de mafiosos nerviosos que visitaban la página a menudo para comprobar si había novedades que les delataran. Decidí frenarme, pero no descarto publicar algún día todo lo que conseguí en mi investigación infiltrada en esos repugnantes grupos de «apoyo», que no dejan de ser un lugar de mercadeo de reseñas falsas y de páginas leídas para cobrar un dinero que no se merecen. Recuerdo la publicación en Facebook de una «supuesta» escritora, que llegó a ser finalista del PLAS, en la que, dándose por aludida, soltaba una rajada impresionante. Se delató ella sola, porque en mi novela no doy nombre alguno. Borró el post, del que conservo copia, al cabo de unas horas, cuando hubo usuarios que no le dieron la razón. Hubo más casos, como aquellos lectores que se unieron para publicar reseñas negativas de Proyecto PLAS. No, no me lo invento. Lo curioso es que parece que el mío es el único libro que no les ha gustado en toda su vida. Si alguien siente curiosidad, solo tiene que ver las reseñas de una estrella que ha cosechado mi novela, hacer click en el perfil del usuario en Amazon o GoodReads y comprobarlo. Hay un patrón, muy evidente. Sobre todo, en GoodReads, sitio en el que varias de esas lectoras reseñan un libro al día, la mayoría con cinco estrellas. Y esta vez hablo en femenino, porque sí, son mujeres, o el perfil tiene nombre de mujer. Pero me quedo con lo positivo, con aquellos lectores y escritores que han leído el libro y han apreciado la trama, el sentido del humor, la sátira. Una de ellas, finalista del Nadal, publicó una reseña positiva que me emocionó, se me llenaron los ojos de lágrimas. Otros han dicho que era un libro necesario, que les hubiera gustado escribirlo a ellos. Ese tipo de comentarios suben el ánimo y me hacen olvidar los malos ratos. Antes de terminar esta respuesta, quiero destacar que creo que el revuelo que provocó mi novela ha tenido efectos en los grupos de Facebook y en el comportamiento de ciertos autores, y eso me enorgullece. Por lo visto, siguen con sus tejemanejes, pero son más cautelosos, no son tan descarados como antes. Aun así, sigue habiendo grupos de «apoyo» y continúan reclutando ilusos, pero en algunos lugares, ya no campan a sus anchas, ni presumen de sus supuestos «éxitos». En lo concerniente a los lectores, creo que el lector medio, ese que visita librerías, que compra sus libros o ese que los pide prestados en la biblioteca de su pueblo o ciudad, vive ajeno a los juegos sucios de la pandilla de escritores desalmados, o eso quiero pensar. Es en las redes sociales, sobre todo las que frecuentan autores autopublicados, donde se suelen dar estos mamoneos. Estarás harto de ver mensajes en Instagram, Twitter, Facebook o Threads, en los que un autor o autora pide intercambio de reseñas o apoyo por parte de los lectores. Muchos lectores, la mayoría con buena fe, descargan sus libros y los reseñan. Dar pena suele funcionar. Aparentar éxito suele funcionar. Tener muchos seguidores atrae más seguidores. Hay gente que compra seguidores en diferentes redes. Si un lector ve que ese supuesto escritor tiene diez mil seguidores, tres libros publicados y muchas reseñas, puede caer en la trampa y para cuando ha llegado a la página diez del libro y se da cuenta de que es un sinsentido, ya ha engrosado las ventas y ayudado a subir en el ranking a ese libro. Y la gente, la mayoría va de buenas y no suele reseñar de forma negativa, aunque haya excepciones. Y ese buen rollo es parte de la culpa, porque permite que auténticos truños pasen por obras maestras. Sí, considero que los lectores tenemos, me incluyo, parte de culpa en todo esto. Son, y aquí me excluyo, cómplices, posiblemente sin buscarlo, de algunos de esos autores tramposos. La sinceridad, el miedo a dañar la sensibilidad de los escritores a veces es contraproducente, ya que una crítica a tiempo, decir la verdad, sin ofender, puede abrir los ojos a más de un autor y evitar que repita errores, o en algunos casos, hacer que abandone su pasión por la escritura y se dedique a otro hobby…
GR- En tu respuesta queda claro que gran parte de este juego sucio se desarrolla en redes sociales y que Amazon, con su sistema de rankings y reseñas, actúa casi como un cómplice involuntario… o no tanto. Pero Proyecto PLAS no se queda solo en la denuncia del sistema de promoción: también se adentra en el tipo de literatura que este modelo fomenta. La novela que escribe la protagonista dentro del libro es, en sí misma, una sátira que roza el plagio deliberado, pero no para engañar, sino para exponer. Y lo que parece subrayar es que ya no se trata tanto de escribir con ideas propias, sino de repetir fórmulas gastadas que se ajusten al gusto del algoritmo. ¿Crees que estas plataformas deberían asumir algún tipo de responsabilidad sobre lo que sucede en torno a los libros? ¿Es posible imaginar una regulación que limite estas prácticas sin coartar la libertad de autores y lectores? ¿O el problema es ya tan estructural que solo se puede combatir desde dentro, con obras como la tuya que lo expongan?
Pussy Lanime- Comencemos por lo obvio: Amazon es una empresa y el objetivo principal de las empresas es ganar dinero, cuanto más, mejor. Dicho esto, la democratización de la literatura, en la que Amazon ha participado de forma activa, ha permitido que cualquier persona pueda publicar su libro de forma independiente, sin necesidad de enviar manuscritos a una editorial, pasar un filtro. ¿Es bueno? ¿Es malo? Según se mire… Es evidente que hay libros buenos y malos, hablando de forma totalmente objetiva, y que muchos libros malos triunfan y otros buenos se pierden en el olvido. Hay autores que gracias a la autopublicación han podido llegar al público y han podido dar el salto a editoriales de renombre. Han demostrado su valía, o no…, pero han llegado a ser fichados por empresas editoriales. Digamos que esa es la parte buena, la de poder darse a conocer. Ahora viene la mala: cualquier persona, sin filtro, sin correcciones, sin una buena historia, sin una portada decente; se puede atrever a publicar en Amazon. No hay control de calidad. Nulo. Cero. Ves auténticas barbaridades. Y muchos de esos libros, malos de solemnidad, llegan a acumular decenas o centenares de reseñas gracias a los chanchullos que hacen sus autores. Hablas del sistema de ranking y reseñas y es ahí donde Amazon debería poner el foco y tratar de regular de algún modo el mercadeo de reseñas, las reseñas falsas y las que algunos denominan ninjas, esas valoraciones de una estrella sin reseña. Es muy fácil: no permitir reseñas anónimas. Que todas las valoraciones sean públicas. Se le iba a ver el plumero a más de uno de esos que van llorando cuando les ponen una reseña de una estrella. Se descubrirían usuarios con varias cuentas de Amazon otorgándose cinco estrellas a ellos mismos, o usando una de esas cuentas para masacrar a sus enemigos literarios. Otra cosa que debería comprobar Amazon: las reseñas cruzadas, es decir, las de te pongo cinco estrellas y me las devuelves. Te podría dar el nombre de unos cuantos autodenonimados «escritores» que siempre tienen la misma lista de usuarios reseñando con cinco estrellas sus libros. Y casi todos esos usuarios son también «escritores». Curioso, ¿no? No leen ni un libro malo, todos merecen la máxima nota. ¿Por qué no toma Amazon medidas contra este tipo de fraude? Sencillo: se perdería una parte de ventas, ya que muchos ilusos o incautos no caerían en la trampa de comprar ese maravilloso libro de un autor o una autora desconocida, pero que acumula trescientas reseñas a las dos semanas de publicar su enésimo libro de buenorros escoceses que fornican como si no hubiera un mañana. Aquí enlazo con otro tema que planteabas: la repetición de fórmulas de éxito. La falta de originalidad. Que triunfan unos libros con niños magos, pues aparecen quinientos clones. Que triunfa la literatura basura con escenas subidas de tono, ¡pues todos a escribir la misma mierda! El problema es estructural y bastante grave. Estamos en el país del Lazarillo de Tormes, el del pícaro que usa triquiñuelas para ganar dinero. Pues existe este tipo de gente en la literatura indie. Y a algunos de ellos se los ha destapado, pero encima, la persona que queda mal es la que señala a los tramposos. Está mal visto llamar la atención a la gentuza que hace mal las cosas. Es un mal endémico de esta sociedad. Algunos de esos mafiosos subieron cuatro posts fingiendo estar mal de salud, dando penita y todo se le perdonó, como si no hubiera pasado nada. Muchos sabían de las malas artes de ciertos autores, o las han descubierto gracias a mi libro. ¿El resultado? Siguen haciéndolo, pero con más cuidado. Esos grupos de apoyo siguen activos y lo peor es que alardean de no hacer nada malo. ¿Por qué no iba a ser legal dejar a Alexa «leyendo» el libro de un amigo/a que se han descargado gracias a una promoción de tres meses gratis de Kindle Unlimited, para que su amigo incremente las descargas de sus libros, suba en el ranking, gane algo de dinero y sume más reseñas? Pues no lo leen, lo dejan en voz baja mientras planchan o conducen. O «pasan» páginas en el ebook o en el móvil mientras ven la tele. Pues imagina un grupo de cincuenta, cien o doscientos escritores, «leyendo» un libro cada día gracias a esos trucos, que además les repercuten en ganancias. Es vomitivo. Pero Amazon no hace nada para evitarlo. Los lectores y otros autores deberían poder denunciar este tipo de prácticas y la plataforma donde están alojadas las «obras» de esos «artistas», deberían castigarlos de forma ejemplar, exponer sus tejemanejes y retirar sus libros del catálogo, indicando en la página del libro la causa de la retirada. Tratarlos como lo que son: delincuentes.
Hay gente que sabe emocionar; cuyos escritos sencillos, sin artificios ni adornos, llegan al corazón, te hacen pensar. A eso me refiero con el talento, a la virtud de comunicarse con el lector o lectora usando las palabras necesarias, en el tono adecuado y con un lenguaje llano. A que te cuenten una historia y te la creas, que te adentres en ella como si fueras un personaje más, a que logre abstraerte de lo que te rodea y te haga olvidar que tienes que comprar yogures, pagar la hipoteca o recoger el coche del taller.
GR- Hablas con dureza y utilizas términos como «delincuentes» o «mafias» para referirte a ciertos comportamientos dentro del mundo editorial. ¿En algún momento has temido que, pese a no mencionar nombres concretos, algún colectivo, empresa o particular pudiera plantearse emprender acciones legales contra quien firma la novela? Y, en paralelo, ¿cómo valoras el hecho de que tú mismo/a recurras a un seudónimo para denunciar todo esto? ¿No crees que, aunque con fines distintos, eso puede contribuir a enrarecer aún más el debate? ¿Cuál es tu opinión sobre el anonimato en las redes sociales? ¿Crees que, si desapareciera, cuestiones como esta dejarían también de tener lugar?
Pussy Lanime- Hablo con dureza, pero me baso en hechos demostrables. Es gente que usa métodos alegales para posicionar sus libros, y, cuando Proyecto PLAS vio la luz, actuaron en grupo para malmeter contra los escritores que pensaban que habían escrito el libro, tanto en privado, como en grupos de Facebook. Y malmeter se queda corto, ya he mencionado con anterioridad que crearon una cuenta falsa con la imagen de una escritora para insultar a los seguidores de esta. Eso es delito, ergo, son delincuentes, ¿no? ¿Temer que me denuncien? Para nada, en ningún momento doy nombres, he tenido mucho cuidado con estos temas, pero ellos saben perfectamente de quienes hablo. Más de uno, con mecha corta, ha saltado viéndose reflejado en algunas de las cosas que cuento en el libro. Sobre usar un seudónimo, no veo el problema, a Carmen Mola incluso le han dado un premio Planeta. Si lo ganara yo también daría la cara, todos tenemos un precio. Fuera bromas, sabía que me exponía a un acoso sin precedentes si publicaba el libro con mi verdadera identidad, por eso lo hice con seudónimo. Y una vez más expongo que los hechos me han dado la razón. Si cuando sospechaban de otra persona suplantaron su identidad en redes y la intentaron lapidar, imagina si saben a ciencia cierta quien lo ha escrito. Son peligrosos. No digo que tema por mi vida, pero a saber que hubieran sido capaces de hacer esa pandilla de tarados. El anonimato en redes no es un problema siempre que no se use con según qué tipo de fines. Además, ¿quién te dice que Pepita Pérez es en realidad esa persona de la foto de perfil? El debate no debería centrarse en el anonimato, ni en la identidad de la persona que ha escrito la novela. El debate debería ser cómo acabar con los desesperados que venden su alma al diablo por vender un libro, captar a un lector o conseguir una reseña de cinco estrellas para sus novelas. El fraude, tan extendido, hace que gente con verdadero talento pase desapercibida. Ese es el debate, creo yo…
Gallego Rey- Mencionas que «el fraude hace que gente con verdadero talento pase desapercibida». Me gustaría que nos detuviéramos ahí. ¿Quiénes son, para ti, esos talentos que merecen más atención? ¿Puedes mencionar autores que admires —de ahora o de siempre— y explicar qué es lo que valoras en ellos? ¿Es su forma de escribir, su actitud ante la industria, su honestidad…? Me interesa entender también qué rasgos consideras imprescindibles en alguien con «verdadero talento».
Pussy Lanime- Siempre he leído, desde que tengo uso de razón. Me fascinan las buenas historias bien contadas. Creo que ya he comentado antes que cuando entré en los grupos de literatura de Facebook, descubrí que había escritores poco conocidos, los llamados independientes. Y que me llamó la atención la forma en la que algunos lectores hablaban de los libros de esos autores. Compré algunas de aquellas novelas, las leí y no entendí a que venía tanto revuelo, tanta buena crítica. La mayoría son escritos mediocres, sin estilo. Y es una lástima. También hay brotes verdes, gente con talento, pero no son los que más brillan en el pseudo universo de estrellas independientes. Evidentemente, no voy a darte ningún nombre, no quiero herir la sensibilidad de nadie ni que puedas atar cabos. Como digo hay gente con verdadero talento en el mundo de la autopublicación, pero pasan de puntillas, no tienen la visibilidad que se merecen, sea porque no saben publicitarse, no son buenos comunicadores o, simplemente, no les preocupe destacar. El talento y los rasgos imprescindibles. No sé cómo explicarlo… Seguro que han llegado a tus manos escritos que has leído y has pensado: ¿Por qué se enrolla de esta forma y no concreta? ¿Por qué se empeña en usar palabras cultas si la historia no las necesita? ¿Por qué estos diálogos parecen vacíos y artificiales? ¿Por qué me describe hasta el color del mantel de la cocina? ¿Por qué no me transmite emoción alguna? Hay gente que sabe emocionar; cuyos escritos sencillos, sin artificios ni adornos, llegan al corazón, te hacen pensar. A eso me refiero con el talento, a la virtud de comunicarse con el lector o lectora usando las palabras necesarias, en el tono adecuado y con un lenguaje llano. A que te cuenten una historia y te la creas, que te adentres en ella como si fueras un personaje más, a que logre abstraerte de lo que te rodea y te haga olvidar que tienes que comprar yogures, pagar la hipoteca o recoger el coche del taller. Esto sería el resumen de lo que considero gente con talento para escribir. Después entramos en temas más personales como la forma de interactuar con los lectores, la forma de expresarse en redes sociales, cómo promociona sus obras o habla de los libros de otros escritores… No sé cómo explicarlo, es un compendio de pequeños detalles. Lo que tengo claro es que el talento, o se tiene, o no se tiene. Ponerse delante de un teclado y vomitar palabras no significa tener talento para hacerlo. Me preguntas por autores a los que admiro y los motivos. En los autores consagrados intento centrarme en su trabajo más que en temas personales, aunque debo reconocer que algunos, por sus actitudes o ideología me generan algo de rechazo. Trato de separar al autor de su obra, pero en algunos casos es una tarea difícil. Me gusta picotear, probar cosas nuevas, que no tienen que ser contemporáneas. Intento evitar los denominados best-sellers, porque suelen ser productos de marketing. Últimamente he descubierto a escritoras, digamos, antiguas, que no creo que se puedan denominar clásicos, como Flannery O’Connor, Carson McCullers o Lucía Berlín. También a gente más actual como Sara Mesa y Rodrigo Blanco Calderón. Encuentro que hacen una literatura personal, con un estilo propio, diferente. Me gusta que me sorprendan, para bien.
Gallego Rey– Hemos dejado en el tintero muchos aspectos de tu novela que preferí no desvelar, para no estropear la sensación de descubrimiento de los futuros lectores. Hemos repasado, en la medida de lo prudente, la putrefacción que habita en un mundillo que podríamos definir —y quizá coincidamos— como hilarante e hiriente a partes iguales. No nos hemos adentrado en tu vida, por razones obvias. Has defendido con claridad y valentía tus ideas, y también la necesidad de una novela como Proyecto Plas. Tal vez otro entrevistador te preguntase, para finalizar, qué consejos darías a quienes se están iniciando en el mundillo editorial. Tal vez muchas preguntas queden sin formular. Tal vez. Pero prefiero volver a un punto anterior de la entrevista para cerrar esta conversación. ¿Qué te motivaría a escribir una segunda novela, con todo ese material que dices tener guardado sobre esa gente a la que llamas «mafia»? ¿Lo harías por dinero, si una gran editorial te lo pidiese? Y, por último, además de agradecerte todo el tiempo y la amabilidad que me has brindado al concederme esta entrevista, ¿te ves algún día publicando sin el anonimato, haciendo carrera editorial? Talento te sobra para ello. Sin duda.
Pussy Lanime- Lástima que se acabe, ¡me lo estaba pasando fenomenal! ¿Consejos a quienes se inicien en este mundillo? Tengo varios: que no se dejen guiar por cantos de sirena, que huyan de los grupos de «apoyo», que sean realmente independientes. ¿Publicar una segunda parte? No lo descarto, existe un borrador, escueto, no más de veinte páginas, pero, de momento, sigue en el cajón. Me mueven los principios, si finalmente me lanzo, lo haría nuevamente de forma independiente, pero está claro que, si llamasen a mi puerta editoriales como Galaxia o Pinguin, no dudaría en venderme. Necesito llenar la nevera cada semana, en mi familia tenemos la mala costumbre de comer tres o cuatro veces al día. Los comportamientos y malas artes de algunos «compañeros/as» dan para una saga, de esas de ocho o nueve tomos de seiscientas páginas. No, gracias a ti por tu tiempo e interés, me ha parecido una entrevista amena, diferente y directa. ¿Publicar con mi verdadero nombre? ¿Y quién dice que no lo he hecho? Pues no, no lo he hecho, y no creo que lo haga. Publicar Proyecto PLAS fue una especie de exorcismo, necesitaba sacar a la luz varios temas y creo que lo conseguí. Ha tenido la repercusión que esperaba y creo que ha servido para que algunos, lejos de dejar de usar sus comportamientos mafiosos y alegales, al menos, lo hagan de forma más subterránea. Era casi escandaloso ver la desfachatez con la que inundaban los grupos de Facebook con reseñas falsas y recomendaciones de libros que nunca deberían haberse publicado. De nuevo, muchas gracias por hacerme la entrevista y dedicarme algo de tu valioso tiempo. Y gracias por leer Proyecto PLAS y analizarlo de forma tan exhaustiva.
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Gallego Rey