Entrevista a Pilar García Arroyo, autora de Olimpia, hija de Neoptólemo
Empecé a escribir con doce o trece años. Como muchas personas, comencé con mi diario. Aunque no lo iba a leer nadie, me esforzaba en que estuviera bien escrito.
Hay autoras que llegan a la novela con paso firme, sabiendo muy bien desde dónde escriben y hacia dónde quieren llevar al lector. Pilar García Arroyo es una de ellas. Licenciada en Historia y lectora inquieta, ha publicado Olimpia, hija de Neoptólemo (Editorial Serendipia, 2024), una novela que no se limita a retratar a la madre de Alejandro Magno, sino que la devuelve al centro del escenario con todas sus luces y sombras.
En un tiempo en que la novela histórica a menudo se contenta con lo anecdótico, Olimpia, hija de Neoptólemo se atreve a descender a los pliegues incómodos del poder femenino, la maternidad política y la ambigüedad moral. Por eso esta conversación busca ser un diálogo abierto donde se entrecrucen historia, literatura y memoria femenina.
GR- Mucha gente puede pensar que el título de historiadora confiere aura de academicismo, pero tal vez lo que más destaque en ti sea esa fusión entre la parte indudablemente académica y erudita, y la de una madre trabajadora que se ha sacado la carrera compaginando su trabajo como fisioterapeuta, la propia crianza, las labores del hogar y además el cuidado de una madre octogenaria. Explícanos, antes de nada, quién es Pilar García Arroyo y cómo consigues mantener ese equilibrio entre tu formación, tu trabajo, la crianza, el cuidado familiar y todo lo demás, sin volverte loca.
Pilar- Creo que, ante todo, soy una persona muy curiosa, con eternas ganas de aprender y divertirme en el camino. Si soy capaz de hacer todo lo que me dices es porque disfruto mucho haciéndolo. Me encanta ser madre y me gustan los momentos que puedo pasar con la mía. Siento que mi trabajo de fisioterapeuta puede ayudar a personas que están pasándolo mal y me permite conocer a gente diferente. Y, por supuesto, me fascina investigar el pasado, conocer otras culturas y otras formas de vivir la esencia humana. Escribiendo soy, sencillamente, feliz. Por supuesto, hay tareas que no me gustan tanto, pero con el tiempo he aprendido a no quejarme y a delegar. Mi pareja es mi compañero de fatigas y me descarga de muchas tareas que me robarían tiempo para documentarme o escribir. Además, me he criado en una familia numerosa y eso me ha permitido desarrollar una gran capacidad de concentración. Cuando era joven no tenía un cuarto para mí sola, por lo que aprendí a abstraerme del ruido de alrededor. Ahora soy capaz de sumergirme en lo que hago y aprovechar cada segundo.
GR- Pero no negarás que no es lo habitual hoy en día: compaginar todo lo que haces y, además, sacar tiempo para escribir. Has dedicado cuatro años al proceso de escritura de Olimpia, hija de Neoptólemo, la novela de la que hablaremos en esta entrevista, junto con otros muchos aspectos interesantes sobre tu trayectoria. Pero empecemos por el principio: ¿de dónde nace tu atracción por la literatura y, en consecuencia, por la escritura?
Pilar- Siempre que pienso en mí, me veo con un libro en la mano. No puedo recordar cuándo empezó a gustarme leer porque siento que es inherente a mi persona. Me enseñó a leer una de mis hermanas mayores y supongo que yo quería imitarlas. Ellas me compraron los primeros libros y luego me dejaban los suyos. Una desventaja (o ventaja) de esa etapa es que no había demasiada literatura juvenil y yo me acostumbré a leer a todo tipo de autores y subgéneros. Empecé a escribir con doce o trece años. Como muchas personas, comencé con mi diario. Aunque no lo iba a leer nadie, me esforzaba en que estuviera bien escrito. Durante la adolescencia escribí algunas historias y dos novelas completas. Pero, luego, dejé de escribir ficción. Durante muchos años solo redactaba trabajos académicos. Tuvo que venir una pandemia para que me reencontrara con mi voz de inventora de historias.
GR- ¿El regreso a la escritura coincidió con tus estudios de Historia o ya los habías completado? Cuéntanos, para situar a los lectores, cuándo y por qué decidiste formarte como historiadora, porque intuyo que ese es un capítulo relevante en tu trayectoria como escritora.
Pilar- Decidí estudiar Historia tras pasar por un matrimonio en el que siempre me sentí terriblemente sola. Tras la separación, necesitaba reencontrarme y a mí me encanta estudiar. Aunque siempre fui una «mujer de ciencias», cada vez me sentía más atraída por las humanidades y compartía con mi padre la afición por la Historia. Reconozco que la novela histórica aumentó mis ganas de saber más. El detonante fue «Sinuhé, el egipcio». Empecé la licenciatura convencida de que iba a ser algo provisional, pero me encantó lo que descubrí. Cuando acabé, supe que no podía dejar de estudiar. Decidí hacer el Máster en Investigación y luego el doctorado. Defendí la tesis justo la semana antes de que nos confinaran. Me encontré en plena pandemia con mucho tiempo libre y un amigo me animó a hacer la Historia y la tesis más accesible al público no especializado. Pensé en escribir sobre los Misterios de Samotracia y comencé a investigar sobre Olimpia y Filipo porque se conocieron en esos rituales. Me enamoré de Olimpia en cuanto la conocí un poco más y supe que se merecía una novela.
GR- Como ocurre con Clitemnestra o con Lady Macbeth, hay personajes femeninos que el canon ha marcado con fuego. Olimpia es uno de ellos, y ha sido retratada desde múltiples perspectivas: Mary Renault suaviza su figura dentro del mito; Manfredi la presenta como pieza clave del engranaje político macedonio; y Margaret George resalta su astucia como madre de Alejandro. Desde el feminismo, en cambio, se la ha reinterpretado como una mujer castigada por ejercer poder en un mundo de hombres, demonizada como bruja, loca o traidora. En tu novela, ¿cómo la sitúas tú? ¿Qué facetas decidiste explorar o silenciar de Olimpia? ¿Te has sentido más cercana a alguna de estas representaciones o has querido construir una voz propia?
Pilar- En primer lugar, decidí acercarme a Olimpia desde el punto de vista estrictamente académico: qué fuentes antiguas nos hablan de ella, quiénes son los autores, en qué momento histórico y desde qué contexto social escriben. Me resultó clave la obra de Elizabeth Carney sobre Olimpia. En ella analiza la figura histórica de la mujer y la sitúa perfectamente en el momento sociopolítico que vive Macedonia y, más concretamente, la familia real. Analizando las obras de Carney comprendí que Olimpia era la más conocida de un grupo de mujeres que vivieron circunstancias únicas y quise que estas mujeres formaran también parte de la novela, porque estoy convencida de que fueron importantes en la vida de Olimpia y muchas de las decisiones que ella tomó tuvieron relación directa con las experiencias que tuvieron que compartir. Cuando llegó el momento de crear al personaje Olimpia me inspiré en las grandes obras del teatro griego clásico. Sobre todo, en las mujeres de Eurípides, que está muy presente en la novela. Como aficionada a la novela histórica, había leído años antes las obras que mencionas, pero no quise releerlas porque no quería que me condicionaran. Yo tenía muy claro cómo iba a ser la Olimpia de mi historia: una mujer que quería ser más que la esposa o la madre de un rey. La importancia de las otras mujeres es tanta que el primer título que se me ocurrió para la novela fue «El gineceo de Pella»
Como historiadora, he procurado ser muy fiel al contexto cultural y político de la época. Pero la novela es, ante todo, ficción.
GR- En lo que respecta al proceso creativo y tu claridad de ideas al trabajar con los personajes, la novela histórica suele situarse en una zona de tensión entre el rigor académico y la interpretación comprometida. Por un lado, autoras como Almudena Grandes, Manuel Rivas o Javier Cercas han utilizado la ficción histórica como herramienta para generar conciencia social y política, estableciendo vínculos entre el pasado y las inquietudes del presente. Por otro, escritoras como Magdalena Lasala, Ángeles de Irisarri o Carmen Güel defienden que la novela histórica debe ceñirse al espíritu y contexto de la época representada, sin proyectar lecturas ni paralelismos con nuestra realidad contemporánea. En este debate, ¿qué papel crees que debe tener la conciencia social o política al narrar la historia desde la ficción? ¿Buscas que tu obra dialogue con el presente o prefieres mantener un respeto estricto por el marco histórico?
Pilar- Sinceramente, creo que es imposible separar al autor y su contexto de lo que escribe. Cuando he hablado antes de la documentación histórica de la novela, ya he hecho referencia a la importancia del autor y el momento en el que escribe. Por ejemplo, uno de los autores que más ha contribuido a la mala fama de Olimpia es Plutarco, historiador y filósofo del siglo I a. C. Se considera una fuente básica sobre la vida de Alejandro y, por supuesto de Olimpia. Sin embargo, él escribe cuatrocientos años después de su muerte. La visión que nos transmite de Olimpia está marcada por las fuentes que él mismo usó (muchas de ellas, desconocidas) y por su propio concepto de lo correcto y lo esperable de una mujer griega. A veces bromeo diciendo que él conoció a Olimpia tanto como yo a Juana I de Castilla. Lo que quiero decir con todo esto es que, como narradora, he querido crear una historia que despierte la curiosidad en mi lector, que es un lector del siglo XXI. Como historiadora, he procurado ser muy fiel al contexto cultural y político de la época. Pero la novela es, ante todo, ficción. Con los pocos datos que nos han llegado sobre estas mujeres griegas, es imposible saber si Olimpia era amiga o enemiga de las otras esposas. Yo parto de la creencia de que las emociones humanas son universales y atemporales y es muy probable que fuera amiga de alguna y no soportara a otras. Exactamente lo mismo que ocurre en cualquier grupo de personas que se ve forzado a convivir en la actualidad. Pero sí creo que la novela puede ayudar a interesarse por aspectos culturales del pasado que tienen lectura y repercusiones en el presente. En ese sentido, me parecía muy importante resaltar cómo en el alabado mundo griego la mujer fue ninguneada y silenciada. Y que apenas hace unas décadas que los historiadores nos hemos empezado a preocupar por ellas.
GR- En ese equilibrio que mencionas entre historiadora y narradora, hay una apuesta clara por dar voz a quienes históricamente fueron silenciadas. ¿Crees que la novela histórica —cuando se escribe desde esa conciencia— puede convertirse en una forma de reparación simbólica para figuras como Olimpia, y en general para las mujeres que fueron desplazadas del relato oficial? ¿O piensas que es más una forma de abrir preguntas que de cerrar cuentas pendientes con la historia?
Pilar- Me cuestiono si es posible la reparación histórica. A esas mujeres, que murieron hace más de 2000 años, ya les da igual lo que hablemos de ellas. Es también probable que esas mujeres no sintieran que merecían algo diferente a lo que tenían. Mi madre, sin ir más lejos, no ha pensado que el sistema le estaba negando derechos hasta que no ha visto que sus hijas hemos conseguido lo que ella ni se imaginó que pudiera conseguirse siendo mujer. Lo que sí es seguro es que la Historia es maestra de vida. Darle voz a Olimpia y sus compañeras de gineceo nos permite reconocer que los derechos que tenemos ni son tan naturales como creemos ni están garantizados si no los protegemos. La Historia como suma de acontecimientos ocurridos no se puede cambiar, pero la disciplina histórica está en continuo aprendizaje y vuelve una y otra vez al pasado para apurar lo que tiene que contarnos. No tanto sobre lo que pasó, sino lo que no queremos que suceda. Contestando a la pregunta, espero que la novela sirva para generar nuevos interrogantes.
GR- Desde luego, donde sí sembraste interrogantes fue en la editorial que finalmente apostó por tu novela. Cuéntanos la peripecia desde que tuviste el manuscrito listo para buscar su lugar en el mundo, hasta esa llamada o correo electrónico en el que te confirmaron que sí, que habemus novela.
Pilar– Acabé el primer borrador de la novela el 7 de noviembre de 2022. Yo sabía que no era la versión definitiva, que había muchísimo que pulir. Por ejemplo, los primeros capítulos aun tenían un tono muy académico. Pero decidí que esa noche nos íbamos a ir a celebrar que Olimpia tenía un final, aunque fuera transitorio. No hubo tiempo para fiestas. Media hora más tarde me llamaron para decirme que tenía cáncer, que era muy agresivo y había que operar y tratar rápido. Todo salió bien, como se puede apreciar, pero pasé los siguientes meses corrigiendo la novela entre ciclos de radioterapia y quimioterapia. Con más ganas de escribir que nunca. Olimpia me protegió de la locura. Cuando tanto yo como la novela estuvimos preparadas, la envié a un premio muy conocido. ¡Así era yo de ingenua! Por supuesto, no gané. Seguí puliendo la novela esperando que la editorial convocante liberase los manuscritos no elegidos. En cuanto pude, mandé la novela a varias editoriales, incluida Serendipia. Un par meses más tarde llegó la noticia de que iban a publicarme. Yo ya me había incorporado al trabajo y sé que lloré delante de todos los pacientes. Hubo que hacer algunas modificaciones, pero la novela salía a la luz. Estoy muy contenta de cómo ha sido acogida en mi ciudad. La primera edición se agotó en dos meses. Falta el reto de saltar a más lugares de España.
GR- Esto que me cuentas me recuerda que siempre hay una historia real detrás de cada nombre, seudónimo, autor o autora, y que casi siempre se nos escapa ese lado humano. Más allá de todo lo expuesto, y ahora que la novela ya vive su propia vida, ¿cómo te sientes después de haber conseguido algo que tantas otras personas anhelan?
Pilar- Con muchas ganas de acompañar el proceso. La escritura es una labor solitaria. La promoción de la novela requiere salir al mundo. Como te dije al principio, me gusta aprender y experimentar cosas nuevas. Estoy disfrutando de otra etapa. La presentación de la novela en Ciudad Real fue uno de los momentos más bonitos de mi vida. Mi madre no sabe leer y me dijo: me gustaría haber aprendido solo para poder leer tu libro.
GR- En esta nueva etapa, ¿cómo está siendo la simbiosis con la editorial? Sentir la complicidad de la casa editorial es uno de los aspectos más importantes para cualquier escritor. Cuéntanos también, al hilo del deseo de tu madre, si existe la posibilidad de que Olimpia, hija de Neoptólemo se traslade a otros formatos, como el audiolibro.
Pilar– La editorial es pequeña, pero con alturas de miras. Ángel, el director, es un gran dinamizador de la cultura en Ciudad Real. Se ha unido a otras editoriales de Castilla-La Mancha y así tienen más fuerza. Eso, por ejemplo, nos permite ir a sus autores a la Feria del Libro de Madrid porque tienen caseta conjunta. Sin el respaldo de la editorial, no creo que lo habría conseguido sola. Por otra parte, con Natalia, la editora, la conexión es maravillosa. Me siento muy apoyada y orientada en todo lo que necesito. Si no me hubieran publicado, sé que habría recurrido a la autopublicación porque estoy segura de que es una buena historia, pero tener a la editorial respaldándome hace más fácil el trabajo. En cuanto al audiolibro, será cuestión de plantearlo. De momento, mis hermanas y yo le leemos fragmentos.
GR- ¿Te veías con fuerzas para introducirte en la maravillosa selva de la autopublicación?
Pilar- Las ganas de lanzar a Olimpia al mundo eran enormes. Lo habría intentado, seguro.
GR- Toda novela, al final, es un espejo —más o menos deformado— del alma que la escribe. ¿Qué huellas tuyas crees que respira Olimpia, hija de Neoptólemo?
Pilar- Hay un poco de mí en cada una de las mujeres del gineceo. Olimpia y yo compartimos el deseo de ser vistas como personas con miles de matices más allá de nuestra maternidad. Puede parecer paradójico, pero el hecho de titular la novela como Olimpia, hija de Neoptólemo, la reconoce como persona. Aunque luego siempre tengo que acabar explicando que fue la madre de Alejandro Magno.
GR- ¿Y qué queda en nosotros, en nuestra sociedad, de aquella Grecia? Siempre hablamos del legado de Roma, pero ¿acaso no es Roma, en gran parte, un legado de Grecia?
Pilar- Yo tengo claro que somos grecorromanos. Siempre me acuerdo de un meme de Mr. Bean haciendo de romano y copiando el examen de un griego. Simplificando mucho, Roma aportó la tecnología y el sentido práctico a la filosofía y la cultura griega. Todo tiene mil matices, por supuesto.
GR- ¿Y cómo se ve Pilar García Arroyo en su faceta de escritora dentro de unos años? Dibújanos una situación ideal, sin reservas.
Pilar- Pudiendo escribir a tiempo completo, sin tener que ir al centro de salud a tratar pacientes.
GR- Eso lo deseamos todos, Pilar. Y no hay duda de que tienes los mimbres y la determinación para alcanzar tu sueño. Para despedirnos y no robarte más tiempo, cuéntanos: ¿qué cinco libros te llevarías a una isla desierta y por qué?
Pilar- Las obras completas de Eurípides, me da material para imaginar más historias. Un manual de Botánica, para reconocer las plantas y poder hacer medicinas. El Quijote, la novela de novelas y un recuerdo de mi tierra. Sinuhé, el egipcio. No me canso de leerla. Y la Biblia. No soy creyente, pero tiene historias interesantes y me da para leer un buen rato.
GR- Una elección interesante. Pero no podemos despedirnos sin mencionar cómo pueden los lectores acceder a Olimpia, hija de Neoptólemo. El mundo gira en torno al intercambio voluntario, y estoy seguro de que muchas de las personas que lean esta conversación estarán dispuestas a intercambiar unos euros por la inteligencia y la pericia narrativa que destila tu obra. Al fin y al cabo, ¿qué sentido tiene una buena historia si no llega a quienes pueden disfrutarla?
Pilar- La novela está disponible en plataformas como Amazon, Casa del Libro o Fnac. Yo recomiendo comprarla en la página web de la editorial… La envían a casa firmada por mí
GR- Pues le deseo a Olimpia que su fama traspase las fronteras de tu querida Ciudad Real, y que, como aquel caballero de la triste figura, su leyenda se haga inmortal… y con ella, tu nombre. Gracias por todo. Sabes que mi casa es la tuya, y no dudo que esta conversación será solo una de muchas, pues, según me ha susurrado Hermes, ya estás embarcada en un nuevo proyecto que aún no toca revelar.
Pilar- Muchísimas gracias por tu interés, tu tiempo y tus preguntas. Ha sido un inmenso placer charlar contigo. Me he sentido muy cómoda. Seguro que seguiremos hablando, si los dioses lo permiten.
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© Gallego Rey
© De la fotografía Pilar García Arroyo