Del bombo publicitario a la decepción: así me fue creando mi avatar con IA
La inteligencia artificial promete automatizar tu contenido y multiplicar tus ingresos, pero la realidad es que, por ahora, solo consigue hacer que parezcas un muñeco digital caro y poco creíble.
En los últimos meses hemos asistido a una auténtica fiebre por la inteligencia artificial. Multitud de gurús prometen que, mediante prompts bien afinados y unas cuantas herramientas, uno puede generar contenido de forma automática, escalar su presencia en redes y, en algunos casos, incluso ganar dinero sin apenas esfuerzo. Pero ¿es eso verdad? ¿O estamos ante una burbuja tecnológica más?
En esta entrada quiero compartir mi propia experiencia, real y directa, probando algunas de esas herramientas. Y no solo lo hago por escrito: más abajo podrás ver el vídeo que he creado como parte de esta prueba. En él explico todo el proceso y muestro el resultado. Pero antes, déjame contarte en qué consistió el experimento.
Crear un avatar con IA: de la promesa a la prueba
Lo primero que hice fue grabarme a mí mismo (mi «yo real») durante un par de minutos, explicando el objetivo del experimento: generar un vídeo con un avatar creado a partir de mi foto y utilizando como base un audio mío previamente subido a mi Podcast Hablando de Literatura, alojado en Spreaker. También lo podéis escuchar en la web. Mis audios están en la página Podcast Hablando de Literatura, a la cual podéis acceder clicando aquí.
El objetivo era comprobar si realmente puede hacerse contenido «automatizado» con buen nivel de calidad, sin necesidad de grabaciones o ediciones complejas. En teoría, lo que se promete es que puedes:
- Crear una imagen parlante que te represente.
- Añadirle voz (en este caso, mi voz real).
- Sin necesidad de cámara, ni micrófono, ni edición.
- Y con resultados profesionales.
La realidad, sin embargo, es otra.
¿Qué obtuve? ¿Y qué aprendí?
El resultado es interesante, incluso curioso, pero claramente artificial. Se nota que es un avatar generado. La expresión facial no convence del todo, el movimiento es limitado, y el conjunto, aunque llamativo, no resulta profesional ni natural.
Además, hay algo importante que muchos omiten cuando venden estas maravillas tecnológicas: no es gratis. Casi todas las herramientas que permiten hacer esto de forma mínimamente decente funcionan con planes de pago, y los precios no son precisamente populares. Si quieres superar la fase de prueba gratuita (que apenas permite unos segundos de vídeo o audio), necesitas contratar suscripciones mensuales o pagar por cada minuto generado.
La otra cara de la IA: costes y promesas infladas
Más allá del resultado puntual, este experimento me sirvió para reafirmar una idea: la inteligencia artificial aún no es el milagro que muchos nos quieren vender.
Sí, se pueden hacer cosas interesantes. Sí, es una herramienta poderosa. Pero:
- No sustituye el trabajo humano, al menos por ahora.
- No es económica, ni accesible para todo el mundo.
- No ahorra tanto tiempo como se promete, porque el proceso de generar contenido sigue exigiendo pruebas, correcciones y criterio.
Y sobre todo: el modelo económico de estas tecnologías aún es insostenible. Las empresas que las desarrollan invierten miles de millones de dólares en servidores, procesamiento y entrenamiento de modelos… pero el retorno real de esa inversión es todavía incierto. Por eso, es de esperar que los precios sigan siendo altos durante bastante tiempo.
¿Conclusión?
La IA es una herramienta útil, pero no mágica. Sirve como apoyo, como experimento, como juego incluso. Pero todavía está lejos de cumplir la promesa de «automatizar el contenido» y sustituir al creador.
Aquí te dejo el vídeo con mi experimento para que lo veas tú mismo:
Este artículo está protegido bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional (CC BY-NC-ND 4.0).
Gallego Rey